martes, 2 de diciembre de 2008

Mili - Milita


Era negra con manchas blancas, y chiquitita, asustada de todo y de todos. Quizás había sido maltratada y por eso huyó con miedo y sin rumbo. Asi la encontré una mañana cerca de mi casa, donde casi la atropelló un ómnibus.

Aceptó mis caricias, y yo diriá que me agradeció, y que se alegraba que los humanos no seamos todos iguales.

No hubo mas trámite, se quedariá conmigo ya lo decidí.
¡Que pena! Yo lo había decidido pero ella no, y se fue al día siguiente, sin tener siquiera un nombre, ¿o lo tendría? Nunca lo supe...

Pocos días pasaron y mi vecina, que había sido testigo de la presencia fugaz de la perrita callejera, decidió obsequiarme una cría de su chicha.

Olvide las manchas blancas, la alcé en brazos, tenía la mirada tierna y dulce, brincó sobre mi oreja, y en ese momento supe que sería mia, y que no me dejaría, para mi eso fue suficiente!! La llamé Milita, y le compré una cama aunque le dije que si se comportaba podría subir a la mia.
Chiquitita, negra y orejona....
Nunca vi una exposición canina, pero si la presento se que se destacaria y mas cuando la vieran chupando la teta seca que le regalé el primer día y que desde entonces no dejó de chupar ni siquiera para dormir.
Por quince días llenó mi vida, pero una mañana amaneció decaida, triste y sin ganas de comer, al caer el atardecer la negrita, chiquitia y orejona.... se murió.